Túnel de Valdelloso
La Guerra Civil Española resultó traumática para Villar del
Olmo en la medida en que, aún alejada del frente del Jarama, la línea de fuego
más cercana, la población fue testigo de la acción del bando Republicano y del
traslado constante de tropas y prisioneros a través de su territorio.
En febrero de 1937 se inicia la batalla del Jarama y, una de
las más sangrientas de la Guerra Civil con la que el bando sublevado intentó
conquistar Madrid. Mientras, el Gobierno de Largo Caballero comienza a pensar
en unir Valencia con la capital como necesidad vital de acercar el
Mediterráneo, habiéndose establecido el gobierno de la República en Valencia,
se ve la necesidad de crear un acceso ferroviario a la ciudad del Turia.
Es entonces cuando se piensa en rescatar un proyecto de 1913
para enlazar la línea MZA de Madrid – Zaragoza con Huete por Torrejón de Ardoz
a Tarancón. Y ante la delicada situación, habría que construirlo en 40 días. Un
plazo urgente, además de propagandístico, que finalmente se convirtieron en
tres meses, pero que dio origen al Tren de los 40 Días.
Su construcción comenzó a principios de 1938 y aunque en un
principio se calculó que serían necesarios 8.000 trabajadores, finalmente
fueron 20.000, muchos de ellos prisioneros de guerra.
Para semejante obra de ingeniería en un tiempo récord se utilizan
carreteras secundarias, con materiales de otras vías desmanteladas como los
procedentes de la línea Manzanares – Valdepeñas, la distancia entre traviesas
es el doble de la habitual, el firme y terraplenes insuficientes y si todo ello
fuera poco, los trabajadores sufrían los bombardeos de la aviación nacional.
La también conocida como “Vía Negrín” tenía estaciones en Torrejón,
Mejorada, Loeches, Pozuelo del Rey, Nuevo Baztán, Villar del Olmo, Orusco,
Fuentidueña, Estremera, además de Belinchón y Tarancón en Cuenca, donde se
realizaba alguna operación de tráfico, cruces, enlaces o abastecimientos.
En su recorrido hacia el Levante, el tren discurría por tres
puntes y atravesaba siete túneles, de los cuales tres están en el término
municipal de Villar del Olmo. Túneles como el de Valdelloso, de 154 metros de
longitud; o los dos del Quemado, de 174 y 42 metros respectivamente. Unas
bóvedas que, por la premura de las obras, se realizaron con un gálibo muy
ajustado y sin chimeneas de ventilación, lo que obligaba a los trenes a
atravesarlos a la mayor velocidad posible para evitar que los maquinistas
sufrieran intoxicaciones por el humo de las locomotoras.
Finalmente, en el segundo trimestre de 1938, la comisión de
Obras Ferroviarias de la Zona Centro da por concluida la estructura,
utilizándose locomotoras del depósito de Madrid – Delicias de la compañía del
Oeste que habían quedado recluidas en Madrid, en lo que hoy es el Museo del
Ferrocarril.
Un tren de guerra, con un trazado marcado de sangre y cuya sentencia de muerte se firmó apenas 15 días después del fin de la guerra, cuando el director de la compañía propietaria de la línea emitió un informe al Gobierno de Franco desaconsejando su uso por el peligro que entrañaba y su escasa explotación comercial.